La primera descripción relativamente exacta del sistema planetario se debe a Copernico, en el siglo XVI; después, Kepler descubrió las leyes que rigen las orbitas elípticas y Newton formulo el principio de la gravitación universal
Desde tiempo muy antiguo, los astrónomos se sintieron atraídos por el brillo de algunos astros que aparentemente parecían cambiar de posición. Así Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno fueron los primeros cinco planetas en ser descubiertos por el hombre Urano fue descubierto en 1781, Neptuno en 1846 y Plutón en 1930.
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Su brillo aparente depende de la distancia del Sol y de la Tierra, de sus dimensiones y de la capacidad de su superficie para reflejar la luz (albedo); sin embargo, pueden parecer más brillantes incluso que algunas de las estrellas más brillantes, aunque con un aspecto distinto, porque mientras las estrellas centellan, los planetas no. Su brillo tiene siempre la misma intensidad, excepto cuando se hallan muy cerca del horizonte, puesto que la atmósfera esta muy perturbada.
Los planetas aparecen como discos muy pequeños y el haz luminoso que recibimos de ellos se debe a los rayos solare que reflejan su superficie.
Algunos planetas son fáciles de observa a simple vista, siguiendo las indicaciones de una carta celeste. Los planetas más cercanos a la tierra son cuatro: Venus, Marte, Júpiter y Saturno. La observación de Mercurio comporta mayores dificultades. En su movimiento errante los planetas nunca abandonan las 12 constelaciones de zodiaco.
Hoy sabemos que el sistema solar esta formado por nueva grandes planetas, que describen su orbita alrededor del Sol y que, por orden creciente de distancia a este, son: Mercurio, Venus, La Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón. Esta formado también por gran cantidad de pequeños planetas llamados asteroides.
Casi todos ellos se mueven en el mismo plano, siguiendo una orbita excéntrica aunque con velocidades y excentricidades muy distintas. Mientras que la orbita de algunos planetas, como Venus o La Tierra, casi se acerca a una circunferencia, la de otros, como Plutón o Mercurio tienen la elipse muy alargada aunque no tanto como la de algunos cometas también pertenecientes al Sistema Solar
Los planetas, al igual que la Tierra, describen órbitas elípticas alrededor del Sol, siguiendo la ley de las áreas formuladas por Kepler. Según esta, el radio que une el Sol con los planetas sobre áreas iguales en tiempos iguales. De acuerdo con esta ley, la velocidad con que los planetas describen sus órbitas respectivas depende de su distancia al Sol y, por tanto, la velocidad será máxima en el punto de la órbita más cercano, el perihelio, y será mínima en le punto mas alejado, el afelio. Todos los planetas se desplazan mas rápidamente cuando están más cerca del Sol, pero no todos lo hacen a la misma velocidad media, sino que esta sufre variaciones sensibles entre uno y otro. Si para La Tierra fijamos la velocidad 1 la de Marte es de 0.5, la de Júpiter 0.08, y la de Saturno 0.03. La ley de Newton lo demuestra: en el Universo los cuerpos se atraen con una fuerza que es proporcional al producto de sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separa; por ello, los planetas en sus movimientos de traslación son más lentos cuanto mayor es su distancia la Sol. Esto supone que Mercurio se desplaza a 47.5 km/s y tarda 88 días en realizar su orbita; Venus lo hace a 34.8 km/s y tarda 225 días; la Tierra a 29.8km/s y tarda 365 días; Marte a 23.8 km/s y tarda 1.9 años; Júpiter a 13 km/s y tarda 11.9 años; Saturno a 9.5 km/s y tarda 29.5 años; Urano a 6.7 km/s y tarda 84 años; Neptuno a 5.4 km/s y tarda 165 años, y Plutón a una velocidad no determinada, tarda 248 años.
Las distancias de cada uno de los planetas respecto al Sol también son muy distintas. Se podría hacer un esquema a escala, según las distancias reales, tomando como pauta unas medidas que puedan caber en una habitación. Si del Sol a Plutón marcamos una distancia de 3 m, Neptuno estaría a 2.5 m, Urano a 1.5m, Saturno a 70 cm, Júpiter a 40 cm, los asteroides a 19 cm, Marte a 11cm, la Tierra a 7.5 cm, Venus a 5.5 cm y Mercurio a 3cm. Este esquema muestra la proporcionalidad de las distancias.
Las distancias reales se pueden expresar en kilómetros, en millones de kilómetros o en unidades astronómicas (UA), dadas las enormes cifras que resultan. Una unidad astronómica es igual a la distancia media de la Tierra al Sol, dándose como valida la de 150 millones de kilómetros. También es usual expresarla en función del tiempo que tarda la luz en recorrer la distancia. Un segundo-luz ser casi igual a 300.000 km, ya que esta recorre exactamente 299, 792,5 km que multiplicándolo por 60 o por 3,600 segundos que tiene un minuto o una hora, respectivamente, nos dará la distancia recorrida en ese tiempo.
Hasta hace poco tiempo, para medir las distancias entre los astros que configuran el Sistema Solar se utilizaba el método del paralaje. Daremos un ejemplo muy sencillo para entenderlo. Si ponemos un dedo delante de los ojos contra un fondo que no sea uniforme, mantenemos la cabeza y el dedo inmóviles y miramos alternativamente con cada ojo, observaremos que la posición del dedo varia respecto al fondo. Cuanto más se acerque el dedo mas porción del fondo abarcan las dos posiciones aparentes del dedo. Este efecto se debe a la separación existente entre los ojos. Si prolongamos las dos líneas hasta el fondo, sendos puntos corresponderán a las posiciones aparentes del dedo. Este principio puede aplicarse a la medición de cuerpos celestes. Si al efectuar la medición contra un fondo estrellado que podemos considerara fijo sustituimos nuestros ojos por dos observatorios separados entre sí varios centenares o miles de kilómetros y nuestro dedo por la Luna, cada observatorio medirá entre uno de los bordes de la Luna y una estrella concreta una distancia angular distinta; conociendo la distancia entre los observatorios y el desplazamiento aparente de la Luna contra el fondo estrellado puede calcularse la distancia de la Luna. Para las mediciones de las distancias de otros cuerpos celeste, más alejados es mejor usar los planetas más cercano, Venus y Marte, cuyos paralajes son mayores. Sin embargo, no siempre es posible utilizar Venus; por ejemplo, para medir la distancia del Sol, pasa tan próximo a este que resulta imposible observarlo.
Actualmente se utiliza un sistema basado en la técnica de emitir ondas de muy corta longitud (microondas) al espacio. Las ondas emitidas rebotan en el cuerpo celeste o vuelven al punto emisor a una velocidad perfectamente conocida.
Gracias a las mediciones efectuadas se ha podido calcular el diámetro del Sistema Solar, que se cree que es de unos doce millones de kilómetros, de los cuales los planetas ocupan solo una pequeña porción.
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